Autor: María Alejandra De León Mazariegos
Ingeniera Química
Si no existiese agua apta para consumo no podría garantizarse la existencia del humano en el planeta tierra, ya que una de las principales razones es que el agua conforma el componente químico principal del cuerpo humano, ocupando aproximadamente del 50% al 70% del peso corporal. Para ello, es de gran relevancia el tema de calidad del agua por su relación directa con la salud y el bienestar humano.
A pesar de estos datos, la calidad del agua y el acceso a ella sigue siendo visto más como un privilegio que como un derecho humano, ya que alrededor de 3 de cada
10 personas a nivel global no cuentan con acceso a agua potable, incidiendo esto directamente en el crecimiento y desarrollo de los niños y la causa de decesos por enfermedades diarreicas y gastrointestinales.
En el caso de Guatemala, la OPS asegura que el país cuenta con las condiciones suficientes para poder disponer de agua para las personas, el ambiente y la actividad económica. A pesar de ello, las estadísticas muestran un desfavorable y desigual resultado, en el que las áreas urbanas cuentan con mejores fuentes de agua. Y aún así, las estadísticas sobre la calidad del agua no son las más favorables, ya que solamente un 40% de las muestras de agua analizadas para determinar cloro residual en el agua cumplían con la normativa nacional, según el Plan Nacional de Agua y Saneamiento del Ministerio de Salud 2015. Además, de 334 municipalidades registradas en la ENCOVI, sólo un 4% aplican tratamiento a las aguas residuales. Esto implica un problema serio para los ríos, que son los principales cuerpos receptores de dichas aguas residuales sin tratar.
Considero que este problema se debe a varios factores, tales como la sobreexplotación de los cuerpos de agua debida a la falta de regulaciones por parte de las entidades gubernamentales hacia las grandes empresas, la privatización sobre el acceso a agua potable y apta para consumo humano que deriva en costos que no son accesibles para las grandes mayorías que conforman a un país en vías de desarrollo, la falta de voluntad política en la priorización de construir sistemas de saneamiento del agua
apropiados para garantizar la calidad del agua suministrada y la falta de regulación y monitoreo sobre los entes contaminantes que no realizan tratamientos previos a la directa depuración de los efluentes en cuerpos de agua.
Un buen proceso de potabilización será la causa de contar con una calidad del agua aceptable. Esto implica realizar una correcta eliminación de impurezas, microorganismos y sustancias químicas de origen orgánico e inorgánico, biológicos, radioactivos o térmicos que puedan ser dañinas a la salud. Para ello, considero que primero se debe de caracterizar y monitorear el cuerpo de agua a estudiar, para determinar los contaminantes presentes en el mismo, detectar la fuente de contaminación y determinar los procesos que deberían realizarse al agua captada para su correcto tratamiento para el uso que se le desee dar. Posterior a determinar las causas de la contaminación y los contaminantes presentes en el cuerpo de agua, se deberá implementar un sistema de captación y conducción eficiente, en el que no existan fugas o componentes dañados que puedan contaminar aún más el agua (por ejemplo, tuberías o accesorios oxidados u obstruidos). Luego de que el agua ha sido conducida para ser tratada, se debería realizar un pretratamiento del agua, en el que se eliminen los sólidos grandes, la suciedad, sedimentos, grasas y otros macro componentes que puedan estar presentes en el agua a tratar. Posterior a realizar el pretratamiento o tratamiento primario, se realiza el tratamiento del agua que aplica la eliminación de contaminantes y microorganismos que pueden ser perjudiciales para la salud. Los procesos de tratamiento pueden incluir la coagulación, la sedimentación, la filtración y la desinfección, que se dividen en etapas que se denominan tratamiento secundario y terciario. Una vez alcanzados lo parámetros requeridos por la normativa para considerar al agua tratada como potable, se traslada a un tanque de distribución, en donde se conduce el agua hacia los lugares de demanda en las horas de consumo mediante redes de distribución. Considero que tanto el tanque de distribución como la red de distribución son cruciales para asegurar que el agua previamente potabilizada llegue con las condiciones a las que
salió de la planta de tratamiento, por lo que es importante darle su respectiva limpieza y mantenimiento para asegurar que continúe siendo de esa manera durante el tiempo.