La gestión del recurso hídrico realizada hasta la fecha en Guatemala no ha funcionado. Casi la totalidad de las fuentes superficiales están fuertemente contaminadas (INSIVUMEH 2021). Bajas coberturas del servicio de agua para consumo doméstico (Censo del 2018), y donde tienen instalaciones de agua, hay problemas de continuidad del servicio y calidad del agua. Esta situación obliga a la población a comprar agua de camiones cisterna (pipas de agua) de 5 a 10 veces más caro que el agua entubada y a consumir “agua pura embotellada” a precios estratosféricos, 125 veces el precio del agua potable por ejemplo en colonias del área metropolitana. En su imaginario cultural del agua, la sociedad guatemalteca ha normalizado ambas escenas cotidianas, está alienada. Por otro lado, es innegable la problemática de salud pública, relacionada con el alto índice de morbi-mortalidad debido a enfermedades gastrointestinales asociadas al consumo de agua no potable. Además la intervención humana ha provocado una crisis ambiental. Y sería una locura, dicen los científicos y el sentido común, continuar haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes, o mejores resultados.
Según la UNESCO (2006), la cultura del agua es el conjunto de creencias, comportamientos y mecanismos utilizados para satisfacer las necesidades relacionadas con el agua y todo lo que depende de ella.
Guatemala requiere un cambio cultural en torno al agua, una Nueva Cultura del Agua. El paradigma dominante ha sido captar cada vez más agua y retornarla contaminada. Un modelo depredador. El cambio no se va a conseguir de la noche a la mañana, no es un evento puntual, implica un diálogo plural, un proceso continuo, integrador, en todos los ámbitos. Una transformación, individual y colectiva, de valores. En este cambio y transformación, la Educación juega un papel fundamental y para llevarla a cabo se requiere de una estrategia pedagógica, una nueva pedagogía del agua (Gómez C. 2022). Educación, Investigación y Desarrollo Tecnológico, en lo cual la Academia puede y debe apoyar.
Como sociedad se necesita realizar cambios profundos en la concepción de valores en relación al agua
La Nueva Cultura del Agua debe promover el enfoque holístico del problema del agua, valga decir una visión integral. Debemos trascender de las acciones puntuales y aisladas (enfoque Cartesiano) hacia el enfoque integral (Holismo). Se trata de asumir un cambio de paradigma, pasando de considerar el agua como un elemento de producción, a entenderlo como un patrimonio, lo cual nos llevará a valorar, proteger y preservar ese recurso vital. La propuesta es integrar el nuevo paradigma del agua en la educación formal desde la Primaria hasta la Universidad. Se requieren nuevas generaciones de profesionales con formación transdisciplinaria. Es impostergable la reforma educativa y el fortalecimiento de la formación social-humanística e investigativa en el pre y post grado de la facultad de ingeniería. Hay que dejar de ver el problema del agua como un problema de ingeniería, es un problema multi-disciplinario que atenta contra la vida. Y aunque el problema tiene su faceta económica-financiera, no hay que olvidar que no hay economía posible sin los servicios que brinda la biósfera (Max-Neef M. 1982).
Como sociedad se necesita realizar cambios profundos en la concepción de valores en relación al agua. Todos los actores involucrados deben participar responsablemente. El punto es generar conocimiento para desarrollar competencias que nos permitan gestionar el agua de tal manera que resolvamos los problemas provocados por su uso ineficiente y depredador. Esa gestión integral del recurso agua demanda una población bien informada y concientizada; pasar de considerarla un objeto a un sujeto consciente, activo y participativo.
Asimismo, hay que trabajar para fomentar el manejo responsable del agua en todos sus usos (doméstico, industrial, agrícola, recreativo, etc.); además de prevenir y minimizar la contaminación del agua.
La Nueva Cultura del Agua requiere incuestionablemente priorizar la preservación de la vida: la vida de los ecosistemas y de las personas.